EL ESCRITOR Y SU LABERINTO

He visto, como el ciego, las ansias de los hombres,
los trabajos, los días de turbia luz, el hambre.
Este café que narro es,
laberinto de cobre.
Un Aleph despiadado que se ensaña en paredes,
en peldaños, en nada.
Y es sólo un tintineo de cucharas perdido entre las voces.

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