ATENTI PEBETA
Tarde de viernes, en Los Angelitos suena un bandoneón.
Convocada por la música, Tita se descuelga de su retrato. Fascinada. Es él. Estruja el fueye con ternura y sonríe.
La morocha, de reojo, le cala las manos (sin anillo que lo engayole) entonces, decide dejarse seducir por esos acordes melodiosos.
Convocada por la música, Tita se descuelga de su retrato. Fascinada. Es él. Estruja el fueye con ternura y sonríe.
La morocha, de reojo, le cala las manos (sin anillo que lo engayole) entonces, decide dejarse seducir por esos acordes melodiosos.
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