EL PULSO DE LA HISTORIA (EN EL CAFÉ DE LA U)
No hay velo de palabras que redima rencillas ancestrales.
Por eso, cada noche, Urquiza y Rosas juegan una pulseada eterna en la mesa del bar.
La victoria se alterna entre los contrincantes.
Ninguno cede.
Siguen corriendo apuestas y en algún lugar del mundo, un viejo buitre, se frota las garras.
Por eso, cada noche, Urquiza y Rosas juegan una pulseada eterna en la mesa del bar.
La victoria se alterna entre los contrincantes.
Ninguno cede.
Siguen corriendo apuestas y en algún lugar del mundo, un viejo buitre, se frota las garras.
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